Basureo, ¿es tan peligroso como lo pintan?

Si hace unos años me llegan a decir que iba a dejar a Hugo coger comida de la calle y que me quedaría tan tranquila, me hubiese echado a reír.

Como toda buena hija de vecina pasé por la etapa de quitarle de la boca toda la comida que Hugo cogía por la calle, recuerdo que estando recién adoptado llegué a quitarle un polvorón con envoltorio incluido. Por aquella época me daba terror que pillase comida del suelo, solo veía peligro por todas partes así que allí estaba yo a pelea casi diaria con Hugo.

Si habéis pasado o estáis pasando por esa etapa me entenderéis cuando digo que es agotador vivir en ese conflicto permanente y la relación con nuestros perros se ve seriamente dañada a consecuencia de ello.

Entonces, si tiene un coste emocional tan alto para ambas partes ¿por qué no salir de ese bucle?, ¿de verdad hay tanto peligro en ello?, ¿qué sentido y cuánto valor tiene ese comportamiento en nuestros perros?

Pues es, precisamente, sobre esas preguntas por lo que escribo este artículo, porque a veces hacemos las cosas tan por inercia que espero que mi experiencia y reflexiones os ayuden a que construyáis vuestro propio criterio.

Si nos remontamos a los orígenes, todo parece indicar que la convivencia entre la especie humana y canina surgió justo en el momento en el que el ser humano empezó a cambiar de una vida nómada a una más sedentaria. Este hecho hizo que alrededor de esos poblados se acumularan deshechos y residuos lo que captó la atención de aquellos primeros antepasados de perros que acudían a ellos en busca de comida.

Dentro de las características que tienen como especie, los perros son animales oportunistas, forma parte de su genética, los identifica, y el basureo no es más que la expresión de ello. Visto así igual no es tan extraño que nuestros perros tengan interés en coger la comida que anda tirada por la calle.

Y no, no tiene por qué estar relacionado con el hecho de que nuestro perro esté pasando hambre, es que es un rasgo genético que los define y, por tanto, tiene un gran valor emocional en sus vidas. No solo es coger o no comida del suelo, es no tener que renunciar a ser quienes son, poder expresarse y sentirse libres sin que se genere conflicto o sufrir castigo por ello. Es vivirlo de forma tranquila porque les da sentido. Es que sientan escuchados y entendidos, y no anulados o inhibidos, porque no hay razón para ello.

Entender esto fue como ver la luz al final del túnel porque mi perspectiva cambió drásticamente, pasé de pelearme a observar y valorar si realmente había tanto peligro o era una percepción subjetiva sesgada por mis miedos. Me encontré que, en la mayoría de los casos, era comida que alguien había tirado al suelo, sin más peligro, un trozo de bocadillo de algún niño/a, gusanitos, patatas chips…así que empecé a dejar a Hugo cogerla.

Con el paso del tiempo los conflictos desaparecieron y Hugo fue ganando confianza en él y en mí. Ya no tenemos conflicto por la comida, su ansiedad por barrer cada resto que nos encontrábamos se ha esfumado, ahora se para a valorar y descartar aquello que no le apetece comer (porque no, no va arrasando con todo, ya no), o si bien no me convence el aspecto que tiene algún resto es capaz de renunciar si se lo pido y no tiene un coste emocional alto para él porque no hay exigencias ni intimidación, ni tan siquiera hay un “No”, hay una comunicación franca y honesta que nace de una relación basada en la confianza mutua.

¿Y con esto quiero decir que todo vale? Para nada, hay “red flags” a las que debemos estar atentas porque, evidentemente, el riesgo existe.

  • Si tu perro come compulsivamente (“pica”) hay valorar si es solo una cuestión de comida o bien se puede tratar de un problema de gestión emocional que debemos atender.
  • Si no puedo garantizar que los restos de comida estén en buen estado le pido que renuncie y nos marchamos.
  • Si hay mucha cantidad de comida toca negociar, en este caso cojo un trozo de comida se lo doy y nos marchamos, al resto toca renunciar, pero al menos su cachito se lleva.

Como ya he comentado, no es un tema fácil de abordar, sé que genera bastante controversia y opiniones encontradas. Lo que recojo en este artículo no es más que mi experiencia, mis reflexiones por pararme a valorar pros y contras, llevándome a tomar la decisión que mayor bienestar podía generar en Hugo y en nuestra relación.

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