El ritmo de la ciudad y los perros


¿Crees que nuestras ciudades están pensadas para los perros? Los espacios destinados a ellos, ¿son lo que ellos necesitan?

Cada vez soy más consciente de la cantidad de estímulos que hay en las grandes ciudades. No sé si por mí o gracias a Hugo, pero lo cierto es que antes ni me percataba. Ahora, cada vez que me siento incómoda cuando voy caminando por la calle me paro, me quedo un rato intentando captar todos los sonidos y sus diferentes intensidades, los olores, el movimiento. Os puedo asegurar que hay días que es abrumador. Os recomiendo mucho que de vez en cuando lo hagáis, os asegura que vais a alucinar.

A ello vamos a unir la cantidad de olores que las humanas no somos capaces de percibir pero que nuestros perros sí. Las ciudades están llenas de cantidad de información de otros perros a través de los marcajes. Perros, en su mayoría, con niveles altos de estrés.

Hacerme consciente de esta parte de mi vida me ha llevado a tener mucha más empatía con Hugo porque, al fin y al cabo, yo he elegido esta vida, pero él no.

Así que la respuesta es más que evidente: no, las ciudades no están pensadas para los perros. En muchas ciudades los espacios destinados a ellos son los parques de perros o pipican, mal acondicionados, pequeños y, por tanto, saturados. No voy a entrar, en este artículo, a hablar sobre las interacciones entre perros que se dan dentro de estos espacios porque eso daría para otro artículo del blog.

Con este artículo lo que pretendo es que nos hagamos un poco más conscientes de lo difícil que es para un perro pasar toda una vida en un entorno urbano, que es normal que se saturen y que no me extraña que terminen teniendo dificultades para gestionar ciertas situaciones del día a día, porque no es para menos.

A menudo (tengo que confesar que, más de lo que me gustaría) veo a perros sin posibilidad de parase a oler, de poder observar o, de algo tan simple, como quedarse quietos.

Creo que a las personas nos ha entrado una obsesión absurda por tener a nuestros perros “haciendo algo”, “desfogando” porque, claro, un perro tiene que quemar energía. Pues mira, no. Ningún perro, en su estado natural, estaría horas corriendo detrás de una pelota, de un palo o de un frisbee. Los perros son grandes ahorradores de energía, los perros se paran, observan, se tumban a “hacer nada”, disfrutan de la compañía de su grupo social.

El estado natural de un perro no es ir a mil revoluciones. El estado natural de un perro es la calma.

Es por esto que nuestro mayor objetivo es devolver la naturaleza al perro de ciudad con aquello que le es propio, desde el respeto que les tenemos como esa especie tan maravillosa que son.

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